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A propósito de la educación financiera

En un mundo donde la inestabilidad laboral cada día es y va a ser mayor, y donde la sostenibilidad de los sistemas de pensiones está en duda, el ahorro debería subir bastantes puestos entre las prioridades de la juventud.

Es verdad que los niveles salariales actuales no permiten muchas alegrías.  Ahorrar es muy complicado cuando no se llega a fin de mes.

La enseñanza del episodio bíblico del sueño del Faraón, donde las 7 vacas famélicas devoran a las 7 vacas lustrosas es casi tan antigua como lo son los ciclos económicos. José, hijo de Jacob, interpreta el sueño asimilando las vacas a 7 años de buenas cosechas seguidos de 7 años de hambre. José le propone al Faraón guardar un quinto de la producción de los años buenos que servirá de reserva para los años malos. José, en la interpretación del sueño inaugura los cursos de educación financiera. Lo normal es que en la vida, casi todos atravesemos periodos de vacas gordas y periodos de vacas flacas. La cultura del ahorro hay que desarrollarla mejor pronto que tarde.
Es en este contexto, donde la educación financiera para todos adquiere su máximo sentido. Educación financiera no para gestionar las finanzas de una empresa y sí para gestionar los ahorros que nos darán una cierta estabilidad en épocas de vacas flacas.
La educación financiera puede trasmitir numerosos conceptos, pero en estas breves líneas quiero centrarme en los 4 que me parecen más relevantes.
El primero de ellos ya ha sido enumerado. Hay que ahorrar. El ahorro nos va a dar independencia, estabilidad y tranquilidad.
El segundo nos dice que hay que invertir. No es suficiente ahorrar. Los ahorros hay que invertirlos. La inversión permitirá que los ahorros crezcan y no se vean mermados por la inflación.
El tercero nos propone que el proceso de ahorro e inversión lo comencemos pronto. Pronto quiere decir lo antes posible. La fórmula matemática para el cálculo de la evolución de un capital es una función exponencial donde el exponente es el número de años. Los matemáticos saben que la curva exponencial es siempre creciente, pero bastante horizontal los primeros años, y bastante vertical a partir de un periodo suficiente. El tiempo juega a nuestro favor.
Por último, el cuarto concepto nos aconseja hacerlo bien. Hacerlo bien quiere decir que cuidemos nuestras inversiones, que procuremos obtener un buen rendimiento de las mismas. Probablemente los conceptos anteriores son más fáciles de explicar, y es en este donde habría que explayarse. A pesar de las limitaciones de espacio del presente artículo, y con el objetivo de no ser excesivamente generalista y pobre en mis explicaciones, voy a intentar adelantar, sin
ánimo de ser exhaustivo, unas ideas sobre las condiciones que debe cumplir una buena inversión:

Debe ser atractiva, esto es ofrecer un buen rendimiento.

La relación rentabilidad – riesgo debe también ser atractiva. Una potencial alta rentabilidad puede no ser interesante si conlleva un riesgo demasiado elevado.

La idea de inversión debe ser comprensible, debe tener sentido.

Los rendimientos en el tiempo y la dificultad o facilidad para desinvertir deben ser coherentes con nuestros intereses.

Todos estos conceptos no son fáciles de entender o aplicar para la mayoría de las personas. La respuesta vuelve a ser más de lo mismo, la educación financiera nos ayudará a tomar las decisiones de inversión con mejor criterio.
Aun a riesgo de ser repetitivo, resumo el mensaje: Hay que ahorrar e invertir los ahorros, hay que hacerlo pronto y bien.

En Junior Achievement, fundación educativa para el fomento del espíritu emprendedor, creemos en la importancia de educar e inculcar valores desde las primeras etapas de la formación. Al igual que en el aprendizaje de idiomas, en el fomento del espíritu emprendedor, y en la educación financiera es conveniente empezar cuanto antes.

Antonio Carbajal
Patrono de Junior Achievement