Por Elena Casarrubios
A mitad de curso y con los deberes a medio hacer (digamos que hemos pasado la segunda evaluación), el trabajo de Junior Achievement continúa a punto de afrontar los exámenes finales. Éstos suponen un esfuerzo extra, pero cuando compruebas resultados y no ha ido tan mal, cualquier exceso de implicación merece realmente la pena.
Nos enfrentamos a unos meses con los nervios a flor de piel y el equipo de Junior Achievement al completo da el 200% para que cada evento, cada final de las diversas competiciones, cada cierre de curso, de el mejor resultado posible.
En esta entrada queremos reflejar la satisfacción que una actividad de voluntariado, en este caso educativo, puede producir. La labor de llamada a voluntarios, capacitar a cada uno de ellos de manera personal, con cuidado y mimo, hacer el seguimiento de su día a día mientras colabora con nuestra fundación, saber que están bien, ellos y los alumnos –y por consiguiente, centros educativos- con los que comparte su tiempo y experiencia, supone un pequeño esfuerzo para nuestro equipo.
Cuando comprobamos que esas personas, los voluntarios que hacen posible nuestra misión, sienten que están ayudando a nuestros jóvenes en el refuerzo de sus valores, en compartir experiencias y darles el protagonismo que merecen, están satisfechos, implicados y emocionados, es cuando ese pequeño esfuerzo, sin duda, ha merecido la pena.
Han vuelto al cole. Vean a los voluntarios del complejo industrial de Repsol en Puertollano participando la experiencia Junior Achievement AQUÍ.